lunes, 8 de septiembre de 2014

El secreto esta en dejar que las cosas pasen

Hoy se me antoja hablar de algo que en su momento puede parecer intrascendente, pero que a partir de allí he podido hacer inferencias para la vida misma.

El pasado sábado fui a comer junto con mi familia a casa de mis papás.  Originalmente el menú era otro, pero por alguna extraña razón mi papá decidió que lo que quería comer era carne asada.  El problema fue que eso lo decidio a la una de la tarde; la carne yacía dentro del congelador a -23ºC. Discutimos un poco acerca de la conveniencia de comer carne o no, podíamos haber ordenado comida china o japonesa o como último recurso ir a un restaurante, pero no, él se empeño en la carne asada y he de decir que comí la peor carne asada de la vida.

Al margén de esto, he de decir que para mi la carne asada es todo un ritual de convivencia familiar, puedo decir que las mejores carnes asadas de mi vida las he comido con mi esposa y mis hijos y se convierte en toda una experiencia.  Todo inicia desde muchos días antes, entre 15 y 30 días tomamos la decisión de comer carne.  Vamos los cuatro y compramos carne de la mejor calidad que el carnicero y el bolsillo pueda proveer en ese momento, cada quien escoge su "trozo de vaca"; llegamos a casa y lo metemos al congelador donde lo dejamos esperando para ser devorado.  Tres días antes de comerlo, lo sacamos del congelador y lo pasamos al refrigerador para que se vaya descongelando "muuuuuuuuy" lentamente.   Este paso es primordial para que la carne se mantenga jugosa y con un sabor celestial.  Por la mañana del día en que la comeremos, sale del refirgerador y le unto aceite y un poco de sal de grano, la cubrimos con un trapo y esperamos a que el fuego este listo.   El fuego es otro asunto de paciencia, en nuestro caso, iniciamos colocando el carbón como una pirámide alrededor de unos trozos de ocote, cuidando que la pirámide permita el flujo de aire entre los carbones y luego todo es cuestión de esperar a que salgan flamas, momento en el cual, destruimos la pirámide y extendemos el carbón por todo el asador, cortamos algunas hierbas del jardín ( a veces romero, otras albahaca, otras epazote) y las echamos para "perfumar" el fuego, mientras estamos limpiando cebollas, chiles, bebiendo cerveza o jugo y platicando tranquilamente.  Todos participan y todos esperan el momento de comer.   Llega el momento de poner la carne en el asador, el calor debe ser intenso pero no tanto, a veces hay que esperar hasta media hora para que esta en su punto, se coloca, se voltea y cuando parece que ya esta lista, hay que sacarla y dejarla reposar unos 5-7 minutos, durante los cuales todo mundo saliva, porque la tentación es grande.  En fin todo este choro para decir que una buena carne asada toma cerca de un mes desde la planeación hasta que acaba en tu plato y que una vez que inicias el proceso pueden pasar desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde para que acabe una grandiosa pieza de carne lista para ser degustada.

Y como esto, pasa con las mejores cosas de la vida, puedes tener la misma carne, el mismo asador y las mismas personas alrededor, pero si intentas apresurar las cosas, no darles su tiempo, ni respetar sus procesos de asimilación tendrás la peor experiencia carnívora; una carne seca o una carne quemada por fuera y cruda por dentro o en el mejor de los casos una carne sin sabor.

Y aqui es donde comprendí aquello que los froncófonos llaman laissez-faire, laissez-être.

Saben... creo que esos conceptos son claves en la busqueda de la felicidad.

Por hoy no queda más que ser feliz.

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