viernes, 7 de noviembre de 2008
Uy...¡que miedo!
“Usted no debe tenerme miedo…¡Debe tenerme pánico!”
El dragón rojo (2002)
El día de ayer por la noche veía con mi esposa la televisión, para ser más específicos, veía el Canal de las Estrellas. La programación se fue a corte comercial e inició un anuncio en el que aparecían las “estrellas” de Televisa hablando de la crisis que según todo mundo se avecina.
Pensando un poco más a fondo, creo que coincido con ellos, desde mi perspectiva y con la información que tengo disponible. En México no ha habido recortes grandes de personal, al contrario, creo que muchas empresas han contratado personas. ¿Algunas han quebrado? Esta bien, esta bien, es cierto que algunas han quebrado, pero en general, en el país hay una gran carencia de personal calificado (desde cocineras hasta altos ejecutivos), no por nada tenemos que importar talento de otros países latinoamericanos. Los que se quedan sin trabajo son las personas mediocres y a las personas mediocres no les importa no tener trabajo, ya hallaran la forma de subsistir.
Otro argumento es que el 80% de la riqueza se concentra en el 20% de la población. Esto es una realidad, que no debe enorgullecernos, sin embargo, esto significa que en general el daño o perjuicio económico que recibe el 80% de la población es de solo el 20% de la crisis. En otras palabras, si ya estamos jodidos, que tanto es tantito más. Ni hablar.
Alguna vez tuve un jefe (colombiano, por cierto) que me enseño lo siguiente en una junta de planeación estratégica de la empresa en la que trabajaba. La enseñanza fue: “Para hacer cosas importantes en la vida debes cumplir con tres cosas: querer, poder y… no tener miedo”. Ahora esas palabras cobran otra dimensión.
Lo importante si en verdad queremos (a veces nosotros mismos nos boicoteamos) y no estamos ni física ni mentalmente impedidos, es no tener miedo a explotar nuestro potencial, es no tener miedo a ser grandes, es no tener miedo a arriesgarnos y arriesgar nuestros recursos (tiempo, dinero y esfuerzo) en la consecución de nuestros sueños y de disfrutar nuestras realidades.
En general, me veo reflejado en ese anuncio, solo difiero en algo. Si yo hubiera sido la persona que escribió el guión de ese spot, este diría:
Mañana sonará muy temprano tu despertador y te levantaras como todos los días. Darás un beso muy grande a tus hijos y ellos irán a la escuela; te dirigirás a tu trabajo y harás lo que NUNCA has hecho, trabajar como nunca, buscan hacer las cosas mejor que siempre, con más creatividad y más eficiencia y con eso la crisis te hará lo que el viento a Juárez, porque la empresa en la que trabajes será más competitiva y podrá vender más de lo que vendía antes. Con eso aseguraras que tu y tu familia tendrán mejores condiciones de vida y podrás tener más tiempo libre para estar con los tuyos.
Ojala tu no seas de esas personas que hacen como que trabajan porque hacen como que les pagan. No seas ladrón y desquita cada uno de los centavos que la empresa en la que trabajas te paga; piensa, si les va bien a ellos, te va bien a ti.
En fin, creo que estoy un poco cabreado por el pesimismo de la gente en general. Ojala cambien su pensamiento. No vaya a ser que de tanto repetir que va a haber crisis este presagio nos lo auto cumplamos.
Saludos a todos y que tengan un feliz fin.
jueves, 6 de noviembre de 2008
Nada más barato que un elogio
"Tal vez suceda que una vez cada siglo la alabanza eche a perder a un hombre o lo haga insufrible. Pero es seguro que una vez cada minuto algo digno y generoso muere por falta de elogio."
John Masefield
El poeta inglés nacido a finales del siglo XIX, me ha hecho reflexionar acerca de los elogios que hacemos durante nuestra vida.
Por alguna extraña razón somos muy propensos a ver lo desagradable, lo mal hecho, lo negativo en las personas, cosas o situaciones en la que nos vemos envueltos. Creo que mucho de esto viene desde nuestra infancia. Cuando niños nuestros papás nos dicen, " no hagas eso ", " no rompas eso", "no comas eso", "no corras", "no tires nada", etc. y solo por mencionar algunos.
Esto se extiende a nuestra adolescencia, nuestra juventud e incluso la madurez. Al menos en mi caso, he escuchado a más de un jefe decir a su colaborador "no debiste hacerlo sin consultarme", " mejor hubieras esperado".
El día de ayer sucedio en mi trabajo algo en verdad curioso. Usualmente yo no soy un jefe que de ordenes, unicamente planteo el objetivo al equipo y casi siempre solo guio su trabajo
y doy mi opinión en dos circunstancias: cuando me piden mi opinión o cuando veo que las cosas se estan saliendo de control; en otras palabras aplico el principio de subsidiaridad, aquel que dice que "tanto padre como sea necesario y tanto hijo como sea posible".
Sin embargo ayer por alguna extraña razón (tal vez porque estabamos a punto de perder un lote de producción muy valioso)mientras ocurrio una falla en nuestro sistema eléctrico, tome el control absoluto de la situación y simplemente me dedique a dirigir a todo el personal que estaba interviniendo.
Creo que es la primera vez en la vida que lo hago de esa forma y en verdad me sentí bien. No creo que la sensación de bienestar se haya derivado de tener el mando, antes bien la sensación de bienestar se debio a que mis colaboradores entendieron que era la unica forma en que las cosas iban a salir bien.
Mientras la emergencia estaba en curso, llegaron dos colegas a preguntar un tanto asustados que es lo que estaba pasando y cual era la gravedad del asunto, les explicaba a grandes rasgos y trataba de hacerles entender que todo estaba bajo control, de repente comienza a sonar el celular y era mi jefe (no se de que manera mi jefe se entero de la emergencia si el estaba en otra ciudad) para preguntar que pasaba y que estabamos haciendo y para recalcarme que esos lotes de producción eran muy valiosos. Yo simplemente le conteste que habia una falla, que estabamos atendiendo y que no habia nada de que preocuparse porque nada iba a pasar a los lotes. Al final de la conversación uno de mis colegas me dijo: "Me asombra tu temple O., yo ya estaría pegando de gritos y no le hubiera contestado al jefe, sino hasta que se solucionara esta situación". En verdad no entendi su postura sino hasta despues, en fin.
Arreglamos el problema y entonces anunciamos al resto de la planta que todo estaba normal. Más tarde le envie un mensaje a mi jefe (sabia que estaba ocupado y que no iba a poder responder el telefono) diciendole que todo habia salido bien, que todo operaba con normalidad y que los lotes no habian sido afectados.
De regreso a casa platique con mi esposa de esto y me dijo que que bueno que todo habia salido bien, de repente sono mi celular anunciando un mensaje que decia "Gracias x lo de hoy, me dejaste tranquilo cuando hablamos, que tengas buenas noches, saludos a tu familia" y lo firmaba mi jefe. Creo que es la primera vez en los casi dos años que hemos trabajado juntos que me da las gracias. Pense que no me importaba, pero ahora se que muchas de las veces que he tenido ganas de dejar esto y dedicarme a otra cosa tiene que ver con que nunca se elogia mi trabajo ni el de mis colaboradores.
En fin, ojala nosotros podamos romper con esos modelos conductuales y digamos a nuestros hijos "corre", "desarma", "experimenta", "opina", para que cuando ellos sean adultos no tengan problema en decirle a su entorno, "Gracias" "Bien hecho" "Nada paso, que no se pueda arreglar"
O ustedes...¿que opinan?
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