viernes, 17 de septiembre de 2010
De cuando Sneaky cambio a Joy y termino en Lala
Había pasado mucho tiempo, tal vez más de un año y mis hijos insistian en que necesitabamos tener un perro en casa.
Mi esposa y yo nos habiamos hecho "tontos" con ese asunto, ya que es por todos bien sabido que cuando llega una mascota a casa, los que se encargan de la limpieza y la educación somos los padres y no los hijos.
Sin embargo a últimas fechas, mi esposa hizo click con la causa de mis hijos y me convencieron de que tuvieramos un perro.
Sin embargo había condiciones que tendría que cumplir nuestra mascota, no podía medir más de 50 cm de altura, debía tener el pelo corto, tendría que ser suficientemente fuerte para aguantar el trajín de los niños y suficientemente dócil para acompañar a mis esposa, debería ser hembra (por aquello de "marcar" territorio), debía ser un cachorro (para poderlo educar adecuadamente) y por último y más importante debía costar menos de $1000 o de preferencia no costar nada.
Nos dimos a la tarea de buscar por internet y en las veterinarías de la localidad si habíua algun animal con las caracteristicas antes descritas. La busqueda duró varias semanas hasta que finalmente encontramos que en una veterinaría regalaban una camada de beagles de 45 días de nacidos.
No lo pensamos dos veces y asistimos para elegir a quien sería nuestra mascota. De allí salimos con una caja de cartón que contenía una hermosa cachorrita.
Entonces teniamos que llamarle de alguna forma: mi hija sugirio sneaky. No sonaba mal, sin embargo su significado es molesto, grosero y eso no era lo que queríamos de nuestra cachorra. Solamente le duró 14 horas ese nombre. Después yo dije: Joy. Este nombre le duro 4 días, pero mi hijo dijo que más bien parecía nombre de perro macho y mi esposa lo secundo... lo pensamos y finalmente mi esposa dijo: Lala. Se sometio a consulta entre la población y por decisión unanime se llama Lala nuestra mascota.
Su primer día por la noche lloró aparentemente porque paso un poco de frío en el baño, que fue donde la metimos para que pernoctara. Al siguiente día le compramos una camita y mis hijos le regalaron algunas de sus viejas cobijas de bebé por lo que durmió más calientita, pero a las 5 de la mañana empezó a aullar, cual fue mi sorpresa que cuando le abrí la puerta salio corriendo hasta llegar a la puerta del patio y siguio aullando, entonces abrí esa puerta y fue a la coladera a hacer popó. Desde entonces se que voy a despertar entre las 5 y las 6 de la mañana, para sacarla al patio.
En fin, nuestra perra llego para quedarse y robarnos en menos de una semana el corazón.
Bienvenida Lala.
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